Sonny Rollins se indigna con The New Yorker

Texto: Luis Miguel Flores

Sonny Rollins se indigna con The New Yorker. Y con razón. No queda otra ante el mal estilo del semanario, que la semana pasada editaba una columna firmada por Django Gold que, bajo el título de «Sonny Rollins: In His Own Words» (en sus propias palabras) atribuía al saxofonista 11 citas del estilo de «No sé por qué sigo haciendo esto. Inercia, supongo. Una vez que entras en esta rutina es difícil salir, aunque odies cada segundo de lo que haces. Quizá solo soy un cobarde». Citas, por supuesto, falsas. Y de bastante mal gusto. El primer problema es que en ningún momento se deja claro en el texto que se trata de un artículo satírico (en la web sí se encabeza el artículo con un aviso de que se trata de una sátira). El segundo problema (esto es opinión personal) es que la columna no tiene ni pizca de gracia.

Como ya dijimos por aquí, en los últimos meses se ha especulado con el estado de salud de Sonny Rollins (a punto de cumplir 84 años) al no aparecer en ningún festival de este verano pese a mantenerse supuestamente en activo. Pero su estado actual es, claramente  de enfado. En una entrevista grabada en vídeo Rollins se muestra dolido y argumenta, en esencia, que podría esperar un artículo de este tipo en una revista de humor satírico como Mad (o quizá en The Onion, web de noticias «falsas» en la que colabora el autor de la columna en cuestión, Django Gold) pero que no le parece de recibo en una publicación seria como The New Yorker. Que nadie se podría tomar en serio las supuestas citas y que más que dirigido a él, parecía un ataque –un insulto, dice literalmente- dirigido al mundo del jazz. También le molesta que algunas personas -especialmente los músicos más jóvenes- se hayan podido creer las supuestas declaraciones y que eso es contraproducente para la reputación del jazz. Mal gusto, señores del New Yorker.

Síguenos en Instagram

instragram

Síguenos en Facebook

Síguenos en Twitter