Maratón de Jazz. Plaza de la Quintana, Santiago de Compostela. 19 de junio de 2015. Fotografías: Gimena Berenguer

Texto: Javier Fraiz
Fotografía: Gimena Berenguer

A escasos metros de la Puerta Santa, infranqueable hasta 2021, y bajo la mirada inquisitorial del Apóstol Santiago, dos peregrinos alemanes se entregaban al frenesí a última hora, con el ritmo a lo Nueva Orleans de Los Hot Chocolates, una big band made in Galicia. Otras parejas daban pasos resueltos, a pesar del suelo de piedra irregular de la Quintana. La medianoche sonreía. «El jazz trata acerca de estar en el momento presente«, adelantó Herbie Hancock. Era la culminación festiva, con la luz declinando pero el público en efervescencia, tras 12 horas de directos tomando la calle por referencia. Tres meses de programación y medio centenar de conciertos culminaron este viernes en la Plaza de la Quintana de Santiago, con un maratón de jazz de impronta gallega para poner el broche al VIII Ciclo 1906, el día 19.06.

Quince salas de toda España albergaron desde marzo los conciertos de la octava edición, cuyo programa logró un ajustado equilibrio entre algunos nombres legendarios, como Christian McBride, Dave Douglas o Al Foster, y nuevos talentos a la vanguardia en la escena estatal y europea. Este viernes 19 de junio, la música en directo edificó un lugar común a los pies de la Catedral compostelana, con el escenario desnudo ante la gente justo en la frontera entre la Quintana dos Vivos y la Quintana dos Mortos, el cementerio de la ciudad hasta 1.780. Las campanas de la torre Berenguela marcaron con puntualidad, como el cambio de guardia británico, los relevos de los 7 grupos protagonistas de una jornada intensiva de música libre.

Solitarios, parejas arrulladas por la melodía de fondo, peregrinos reconfortados tras su meta y padres con hijos pequeños, tan inquietos como el repertorio, disfrutaron de la iniciativa de cierre del ciclo. La Quintana, un hito en el macro-monumento que es el centro histórico de Santiago, subrayó su redundancia. Significa «praça» y, en la terminología medieval, como en el orden establecido este viernes, como en cada Maratón de Jazz, supone un espacio abierto al uso público.

Antes de la orquesta de swing formada por 12 músicos vivaces, muy aplicados con la máxima de Count Basie («si tocas una melodía de jazz y las personas no mueven los
pies, no la toques más»), exhibieron su concepción plural del jazz los tríos de Roberto Somoza (en su disco «Cal y Arena» rinde un homenaje al saxofonista de Betanzos
Antonio Cal), el guitarrista Felipe Villar (que abrió con un standard de Billy Strayhorn) y Kin García y su veta creativa liderando al contrabajo («Xingra coma area» se llamará su próximo trabajo).

Para constatar que no es momento de puristas ni etiquetas, la formación de «música palleira» de Mónica de Nut (fusión de folk gallego, rock, jazz y distorsiones), el grupo del guitarrista luso André Fernandes y los Cats and Monkeys, una propuesta que combina funk, rock y neo-soul. Los directos se prolongaron de mediodía a medianoche, en un continuo que fue presenciado a lo largo del viernes por cientos de personas in situ, pese al rigor de los 29 grados de máxima cuando el sol monopolizaba la plaza. La app Periscope permitió trasladar el maratón musical más allá del marco incomparable de Compostela, a cualquier lugar del mundo. Un hito histórico de 12 horas de jazz ininterrumpido. Una demostración en un acto público, libre y gratuito del compromiso de Estrella Galicia con el jazz propio.

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