Texto y selección: Manuel Recio

Desde Nueva Orleans, Jelly Roll Morton es la figura clave el nacimiento y evolución del jazz. Ragtime, stomps, blues… todo lo agitó en su mágica coctelera para dar origen a algo nuevo: el jazz. Pero es que además, fue el primero en hablar del «matiz español», ese elemento que servía para separar el ritmo del ragtime del puro jazz. Esta semana hacemos un homenaje al hombre que dijo «inventar el jazz».

Jelly Roll Morton, nació en 1890 en Nueva Orleans, en el seno de una acomodada y elitista familia de criollos, contraria a cualquier integración racial. Aunque el propio Morton, para dar autenticidad a su relato sobre la invención del jazz, situaba su nacimiento en 1895 al tiempo que solía decir que su verdadero nombre era Ferdinand LaMenthe y que toda su familia provenía directamente de Francia.

Todo lo que rodea su figura está sobredimensionado, exagaredo por él mismo o incluso distorsionado, por lo que no siempre resulta fácil dilucidar lo que es realidad o mero alarde. Empezó tocando el piano en los burdeles de Nueva Orleans. Cuando su familia se enteró le echo de casa.

Hacia 1923 llegó a Chicago, movimiento determinante para su carrera musical ya que se corresponde con su etapa más prolífica. Fue allí donde fundó su banda, los ‘Red Hot Peppers’, y dio rienda suelta a sus aptitudes como líder, compositor y arreglista.

Hasta que Duke Ellington ampliara los límites de las posibilidades sonoras de una orquesta, los Red Hot Peppers de Morton fueron el paradigma de la interacción y compenetración de conjunto, tan característico del estilo de Nueva Orleans.

En Chicago entabló amistad con los hermanos Melrose, sus únicos amigos, que recuerdan esta anécdota:

«Un tipo con un gran pañuelo rojo en el cuello y sombrero de cowboy entró en nuestra tienda gritando ‘atención todo el mundo, soy Jelly Roll Morton , el creador del jazz’; estuvo hablando como una hora sobre lo bueno que era y después se sentó en el piano y nos demostró todo lo bueno que había dicho que era, incluso mejor».

El 10 de julio de 1941 fallecía en Los Ángeles dejando un extenso legado musical que tal vez no haya sido del todo valorado en la historia del jazz, que siempre ha tendido más a destacar las anécdotas de las batallitas sobre el pasado y sus excesos discursivos que sus composiciones, grabaciones e innovaciones estilísticas.

 

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